Los juguetes infantiles no tienen sexo

¿Existen juguetes sólo de niños y otros sólo de niñas?

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En este artículo
  1. Un cambio social que llega también a los juguetes
  2. Por qué los juguetes infantiles no tienen sexo
  3. El juego debe ser espontáneo entre los niños

Los niños imitan todo lo que hacen los adultos, asumen los papeles que ven en casa, en el colegio o en la calle, y los reproducen fielmente. Del mismo modo, interiorizan los valores que estos papeles adquieren en la sociedad. El reto es ofrecerles a los pequeños nuevos modelos de relación entre géneros. Eso no quiere decir que los niños tienen que jugar con muñecas y las niñas con coches para evitar la dualidad tradicional de "esto es de niños" y "esto es de niñas".

Los juguetes deben ser empleados por ambos sexos indistintamente. El que unos juguetes sean para niñas y otro para niños es culpa de los adultos. Te explicamos por qué los juguetes infantiles no tienen sexo.

Un cambio social que llega también a los juguetes

Los juguetes infantiles no tienen sexo

Hay que fomentar que los niños rompan esas barreras y estimular su curiosidad por lo desconocido, lo nuevo. Fomentar nuevas capacidades psicológicas, manuales, físicas e intelectuales no sólo favorecerá la convivencia entre sexos, sino que además enriquecerá a las niñas y a los niños como personas.

Nuestra sociedad está en un proceso de cambio, y los juguetes representan a la sociedad de hace 20 años, pero no a la de ahora. No es cierto que la mujer esté actualmente encerrada en casa y no tenga otra ocupación profesional. No es cierto que los hombres no cambien pañales o no den de comer.

El hecho de que los medios de comunicación, la publicidad o los cuentos infantiles sigan dando una imagen del pasado es algo ante lo que poco o nada podemos hacer, tan sólo no comprar o no mirar. Pero de los juguetes que compramos hoy, somos totalmente responsables.

Por qué los juguetes infantiles no tienen sexo

No es cierto que las niñas sean menos ágiles que los niños y es muy discutible que sean menos fuertes. De hecho, para saltar a la comba se necesitan habilidades complejas y diversas, tanto o más que para jugar al fútbol. Lo que sucede es que, cuando una niña intenta jugar al fútbol por primera vez, argumentan que lo hace mal porque 'es una niña'; por el contrario, cuando un niño juega por primera vez, le dirán que es novato y patoso.

Contra esos calificativos podrá luchar e intentar superarse, pero contra el hecho de 'ser niña' no se puede hacer nada, excepto ser conscientes de que eso no es ninguna limitación real para realizar cualquier tipo de actividad, sino un estereotipo cultural. Tampoco podemos olvidar que si las niñas sufren las consecuencias de unos estereotipos que acortan y limitan sus potencialidades, los niños sufren las exigencias impuestas por la sociedad a los 'machos', que en muchas ocasiones pueden ser asfixiantes y originar complejos.

Es lógico que para las niñas sea más fácil jugar a 'juegos de niños' que al revés, ya que existe una actitud generalizada, inmersa en todos los aspectos culturales y sociales, de desvalorizar aquellas tareas, valores y capacidades asignadas a las mujeres. Tendremos que revisar nuestro papel como padres y educadores, los valores explícitos e implícitos, y desde un análisis crítico trabajar para la consecución de un verdadero cambio de actitudes.

Aunque los mensajes de discriminación por sexo no dependen tan sólo de nosotros, deberemos ir facilitando y potenciando que los juguetes y juegos no reproduzcan papeles tradicionales discriminatorios y que puedan ser utilizados del mismo modo por niñas y niños. Las claves del éxito necesitan que esta potenciación comience muy pronto y que todas las personas que intervengan en la educación de los niños sean coherentes con esto. 

El juego debe ser espontáneo entre los niños

Ante todo, los juguetes deben ser estimulantes y variados, y los adultos debemos proporcionar los que aporten valores positivos, puesto que con la actividad lúdica estimulamos la educación en valores. Es aconsejable seleccionar juguetes que transmitan la igualdad, la solidaridad, etc., pero sin olvidar que cuando el niño juega reproduce e imita situaciones o historias vividas.

Hay que diferenciar entre el potencial del juego en el desarrollo del niño y el potencial del juego para apoyar la labor docente. Hoy todos los estudiosos consideran que los juguetes ofrecen posibilidades que los convierten en un elemento educativo indispensable para el desarrollo infantil. El juego y los juguetes contribuyen al desarrollo integral del niño en todas las áreas de la personalidad: intelectual, física, social y emocional o afectiva. Estimula el desarrollo y coordinación del cuerpo, desarrolla estructuras mentales, es un medio de expresión y socialización, y favorece el equilibrio afectivo. Además, es un excelente recurso para iniciar o consolidar aprendizajes dentro y fuera del aula. Es un tópico adulto que existan juguetes para niños y juguetes para niñas.

Cuando dejamos a los pequeños jugando en un ambiente sin condicionantes, como es el caso de las Ludotecas, comprobamos que se realiza una utilización indiscriminada de los juguetes. Ya es hora de que los adultos nos concienciemos de que los juguetes no tienen sexo, que somos nosotros, y no los niños, quienes los marcamos con estereotipos sexistas. El juego es libre y espontáneo y así hemos de comprenderlo.

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