Cosas que no te han contado tras el parto

Cuando das a luz no todo es idílico

Patricia Fernández, Periodista
En este artículo
  1. Cosas que no te han contado tras el parto

Había imaginado miles de veces cómo sería mi parto, cómo sería ver por primera vez la carita de mis mellizas, quería sentir ese amor loco e instintivo que decían que se sentía nada más dar a luz, sin embargo todas esas cosas ocurrieron pero no de la forma que yo esperaba.

Ser madre es probablemente una de las mejores experiencias que vas a sentir en tu vida. Sin embargo, no todo ocurre de la misma forma en que te lo han contado. Cada mujer vive esta experiencia de un modo diferente y no siempre es como lo has imaginado.

Te contamos algunas cosas que seguramente nadie te ha contado tras el parto.

Cosas que no te han contado tras el parto

Cosas que no te han contado tras el parto

1- No todas las mujeres lloran en el parto. Había visto en decenas de vídeos, y por lo que otras madres me habían contado, cómo las nuevas madres lloraban de emoción nada más dar a luz. Me había imaginado mil veces experimentando esa sensación tan placentera, pero cuando llegó el momento no fue así.

Yo esperaba mellizas y la labor de parto iba a ser dura, así que cuando nació la primera de las mellizas, no tuve tiempo para enamorarme de ella, sino que tuve que concentrarme en traer al mundo a la segunda niña que tenía dentro de mi. No hubo lloros, ni un chorro a raudales de amor, simplemente practicidad, debía ser fuerte y no relajarme para seguir empujando.

Con el tiempo recuerdo aquella carita que me miraba al nacer con mucho más sentimiento del que experimenté realmente en un principio. El tiempo ha borrado el sufrimiento del parto y ha mejorado todos mis recuerdos, pero no fue algo instantáneo.

2- No hubo amor a primera vista. Yo quise a mis hijas antes de que naciesen, pero era un amor ciego. Realmente pensé que mis hijas y yo nos fundiríamos en una sola persona nada más nacer, y sin embargo me di cuenta de que eras pequeñas personas independientes de mí, a las que no conocía en absoluto. Tuve que conocerlas poco a poco, y lo que en un principio supuso un amor instintivo, se convirtió en el vínculo más fuerte que había tenido nunca, pero también necesité tiempo para ello.

3- No siempre se tiene depresión post parto. Esperé hundirme en el lodo, sobretodo cuando eran dos las que lloraban cada noche, y me demandaban cada cinco minutos de día. Estaba agotada y sin dormir, pero nunca experimenté tristeza, sino una alegría a raudales que mis hormonas no fueron capaces de derrumbar por mucho que circulasen por mi cuerpo a marcha forzada.

4- No te apetecerá que te vayan a ver al hospital. Puede ser que yo sea un poco huraña, pero lo cierto es que muchas de mis amigas coincidian conmigo en que, excepto la gente más cercana a ti, no te apetecía tener visitas.

Estaba dolorida tras el parto, no me podía sentar por los puntos, tenía la barriga hinchada, estreñimiento (lo que me hacía estar muy incómoda), quería dormir y descansar, tenía mala cara y una pinta horrorosa, y quería estar a solas con mi pareja y mis hijas, así que lo que menos me apetecía era hacer de buena anfitriona.

5- Odiaba los consejos de mis familiares. Todos opinaban sobre los cuidados que debía dar a los bebés, incluso mi padre me daba consejos de cómo amamantar. Mi tías lejanas, a las que veía solo en navidad, agarraban a las niñas para calmarlas meciéndolas como si bailasen el hula-hula a un ritmo frenético, y mi cuñada me mostraba que los bebés no se rompen si los levantas de una pierna para cambiarlas el pañal. La habitación estaba llena de buenas intenciones y de muy poca empatía.

6- No hagas caso a la gente que te hable de tu aspecto físico. Acabas de sacar por la apertura de un limón un melón y ¿esperan realmente que tengas la cara de esas modelos retocadas de photoshop de las revistas?

Date un respiro y relájate. Lo más probable es que salgas del hospital con la ropa de embarazada con la que has entrado, y que tu tripa no vuelva a su ser hasta pasados muchos meses, tendrás la cara hinchada y signos de cansancio, y prepárate para pasarte con la ropa manchada de vómitos y mocos los tres primeros años de vida del bebé.

A pesar de todas estas cosas, disfruta del momento a fondo, y vívelo con positividad, es uno de los recuerdos más bonitos que tendrás a lo largo de toda tu vida.

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