Nacimiento de Cristo, en que se discurrió la abeja. Poemas para niños

Poema navideño para niños que habla de la relación de las abejas con las flores

Patricia Fernández, Periodista
En este artículo
  1. Nacimiento de Cristo, en que discurrió la abeja. Poema navideño

Este poema es uno de los que Sor Juana Inés de la Cruz escribió sobre temática mundana. Esta poetisa del siglo XVII fue una mujer revolucionaria en su tiempo, luchando por que las mujeres tuvieran educación, y fue una de las pocas mujeres consideradas como eruditas en su época.

Nacimiento de Cristo, en que discurrió la abeja es un curioso poema en el que se explica la relación de las abejas con las flores. Un poema precioso y de gran sonoridad para leer a los niños, para que aprendan a mirar a las abejas de una manera más cordial.

Nacimiento de Cristo, en que discurrió la abeja. Poema navideño

Nacimiento de Cristo, en que se discurrió la abeja

De la más fragante Rosa

nació la Abeja más bella,

a quien el limpio rocío

dio purísima materia.

 

Nace, pues, y apenas nace,

cuando en la misma moneda,

lo que en perlas recibió,

empieza a pagar en perlas.

 

Que llore el Alba, no es mucho,

que es costumbre en su belleza;

mas ¿quién hay que no se admire

de que el Sol lágrimas vierta?

 

Si es por fecundar la Rosa,

es ociosa diligencia,

pues no es menester rocío

después de nacer la Abeja;

 

y más, cuando en la clausura

de su virginal pureza,

ni antecedente haber pudo

ni puede haber quien suceda.

 

Pues a ¿qué fin es el llanto

que dulcemente le riega?

Quien no puede dar más Fruto,

¿qué importa que estéril sea?

 

Mas ¡ay! que la Abeja tiene

tan íntima dependencia

siempre con la Rosa, que

depende su vida de ella;

 

pues dándole el néctar puro

que sus fragancias engendran,

no sólo antes la concibe,

pero después la alimenta.

 

Hijo y madre, en tan divinas

peregrinas competencias,

ninguno queda deudor

y ambos obligados quedan.

 

La Abeja paga el rocío

de que la Rosa la engendra,

y ella vuelve a retornarle

con lo mismo que la alienta.

 

Ayudando el uno al otro

con mutua correspondencia,

la Abeja a la Flor fecunda,

y ella a la Abeja sustenta.

 

Pues si por eso es el llanto,

llore Jesús, norabuena,

que lo que expende en rocío
 
cobrará después en néctar.

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