Héctor encuentra un amigo. Cuentos divertidos para niños

Un cuento sobre dinosaurios y niños para hacer reír a tus hijos

Antonio de Benito, Escritor y maestro
En este artículo
  1. Cuento divertido para niños: Hector encuentra un amigo

Hector encuentra un amigo es un cuento muy divertido para niños. Tus hijos no podrán dejar de sonreír mientras les lees esta historia que plantea una realidad diferente en la que los dinosaurios tienen cualidades humanas y los niños son sus mascotas.

En el cuento Hector encuentra un amigo, un dinosaurio encuentra a un niño perdido y se lo lleva a su casa, ¿qué ocurrirá allí?, ¿qué cosas le enseñará Héctor a su nuevo amigo? No te pierdas este cuento original de Antonio de Benito.

Cuento divertido para niños: Hector encuentra un amigo

Cuentos divertidos para niños

Héctor está paseando con Paula por el bosque, a las afueras del pueblo. Los dos pequeños dinosaurios recogen ramas y hojas para construir una cabaña. 

De pronto, escuchan un sonido que nunca habían oído antes:

- ¡¡¡Snif, buuaaa, buaaa, snif!!! 

Paula se acerca hasta un tronco hueco, de donde procede aquel extraño sonido.

¿Será un caracol sin concha? ¿Un ciempiés al que le rozan los zapatos?

¡Noooo! Nada de eso, era un humano. Un niño que lloraba a moco caído. 

 El niño se había despistado y se sentía perdido.

- No te preocupes, ven con nosotros. Te llevaremos a nuestro poblado: el pueblo de Los Dinosaurios.

Y así llegaron hasta el parque del pueblo, donde estaban los columpios y toboganes de los dinosaurios. Y los tres saltaron, corrieron y jugaron.

- Tengo una gran idea –dijo Héctor a su amiga Paula–. Este chico tan majo puede ser nuestra mascota.

- Mamá, mira lo que hemos encontrado en el bosque. ¿Verdad que me lo puedo quedar? Venga, venga… dime que sí.

- ¡Pero si es un humano, un niño! –exclamó la madre de Héctor.

Y Héctor le preparó un batido de hojas verdes de chopo con limón y aromas de nubes de otoño. 

- Parece que no le gusta demasiado –dijo Paula con gesto contrariado.

- Bueno, ya se acostumbrará, no pasará hambre aquí, le prepararé sabrosos bocadillos de trigo y dulces postres de ramas. Cuando llueva, le guardaré las mejores gotas de agua, que son las últimas que caen en las tormentas. 

Y Héctor, muy emocionado, se llevó al niño a su habitación, que no estaba muy ordenada.

- Puedes dormir aquí, en la alfombra, junto a mí.

- ¿Es que no duermes en la cama? 

- Los dinosaurios dormimos en la alfombra, pero es una estupenda alfombra.

Y el niño sonrió, se podía conformar con aquella alfombra. Héctor le daría calorcito en las noches de invierno.

- Papá me cuenta un cuento todas las noches, así que lo mismo le dará contar un cuento para los dos –dijo Héctor.

Y entonces, se rieron los dos. 

Héctor le enseñó el cuarto de baño.

- Antes de dormir, nos lavaremos los dientes, es obligatorio. Yo te haré un cepillo a tu medida. 

Y podrás bañarte conmigo en el río, por eso no tenemos bañera en casa.

- ¡Qué divertido bañarse en el río, será genial!

- Sí, genial. Bueno, entonces… ¡tú serás mi mascota! Al colegio no nos dejan llevarlas, pero mientras yo leo, hago cálculo y problemas, tú puedes jugar en el jardín con lo que quieras. Y prometo que al final de curso te llevaré a mi clase.

Y Héctor y el niño regresaron junto a Paula y la mamá.

- Mamá, este niño será mi mascota, ¿verdad, mamá, mamáaa, mamááááá??

Y al escuchar la  palabra mamá, el niño comenzó a llorar:

- Buaaa, mamá, buaaa, yo quiero ir con mi papá y con mi mamá.

Y Héctor, muy triste, le preguntó:

- ¿Es que no te gusta mi hogar?

Y la mamá de Héctor le explicó que el niño tenía un hogar, un sitio en el que vivía feliz y por eso se acordaba de su mamá y de su papá.

- ¿Te gustaría vivir a ti encerrado en la casa de un humano? ¿Comer bocadillos de tortilla y dormir en una cama con colchón? Y, sobre todo, ¿te gustaría estar tan lejos de papá y de mí?

Viajaron en tractor hasta el pueblo de los humanos. Allí estaban los padres del niño, que lo esperaban muy preocupados. 

- Pero… ¿dónde te has metido, hijo?

He estado con estos nuevos amigos –contestó el niño.

Y se despidieron hasta un nuevo día, para jugar cada sábado en un poblado. 

Héctor y Paula regresaron tan contentos a sus casas sabiendo que el niño también estaba en la suya.

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