Aparición o aumento de la miopía en el embarazo

Cuando aparece o aumenta la miopía en las mujeres durante la gestación

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En este artículo
  1. La retención de líquidos y la miopía de la gestante

Durante el embarazo se producen múltiples cambios en el cuerpo de la gestante. Es sabido que uno de esos cambios es la retención de líquidos, pero lo que no es tan conocido es que esta retención puede darse también en algunas de las estructuras del ojo, haciendo que la curvatura de la córnea y el grosor del cristalino aumenten dando como resultado la aparición de una leve miopía de entre 0.5 o incluso 1 dioptría.

La retención de líquidos y la miopía de la gestante

La aparición de la miopía en el embarazo

Este acumulo o retención de líquidos en las estructuras oculares suelen ocurrir entre las semanas 31 y 41 de la gestación, y suele desaparecer a los dos meses después del parto. Como consecuencia, no es necesario adaptar gafas o cambiar las lentes de las mismas si ya eras míope pues la visión se restablecerá. Salvo que la mala visión interfiera en las tareas diarias, como por ejemplo la conducción, caso en el que se corregiría la totalidad de la miopía y cuando la retención hídrica desapareciera se volvería a la graduación habitual.

Existen algunos pocos casos en los que este incremento de la miopía puede ser permanente, por lo que los oftalmólogos suelen recomendar posponer la cirugía ocular refractiva si la paciente tiene previsto ser madre.

En caso de gestantes con miopía magna, es decir con miopía severa o de alta cuantía, es recomendable acudir a revisiones periódicas oftalmológicas para hacer una valoración del fondo de ojo. La miopía magna no es tan sólo la presencia de dioptrías, es considerada una patología ocular. Provoca daños en las estructuras oculares, principalmente en la retina, como el adelgazamiento y fragilidad de las capas de la retina a consecuencia de una excesiva elongación (alargamiento) del ojo. El desprendimiento de retina se produce cuando por un golpe, un desgarro o una tracción excesiva, la retina o parte de ella se separa de su posición pudiendo ocasionar la pérdida parcial o total de visión.

Durante el parto se producen contracciones intensas de los músculos abdominales produciendo alteraciones en la presión, que se transmite por los vasos sanguíneos hasta el ojo. En condiciones normales, un ojo sano no sufre daños con estos aumentos de presión, sin embargo, si la retina se encuentra dañada corre riesgo de desprenderse. Si se observan anomalías en la retina que puedan derivar en desprendimiento de la misma, el oftalmólogo puede tratarlas con fotocoagulación láser o, en caso  de que fuera necesario, contraindicar el parto vaginal y recomendar al ginecólogo que éste sea mediante cesárea. En estos casos, la solución es compleja: por una parte está el riesgo del ojo, que es difícil de establecer objetivamente, con las consecuencias de una cesárea innecesaria por parte del ginecólogo (cuyas complicaciones tampoco se pueden establecer objetivamente). La evidencia científica no aporta datos definitivos a favor o en contra de estas decisiones.

Cecilia Martínez Ordás - Optometrista - Colaboradora de Guiainfantil.comCecilia Martínez Ordás
Optico - Optometrista
Experta en Audiología infantil
Óptica Miraflores 

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