Cuando el niño no acepta la muerte del padre o la madre

Cómo pueden responder los niños ante la muerte de uno de sus progenitores

Jimena Ocampo Lozano, Psicopedagoga
En este artículo
  1. Ayudar al niño a aceptar la muerte del padre o la madre
  2. ¿Cómo comunicar al niño que el padre o la madre ha fallecido? 
  3. ¿Cómo pueden responder los niños ante la muerte del padre o la madre?

El fallecimiento de  uno de los progenitores, es uno de los sucesos más traumáticos a los que se puede enfrentar un niño. Cómo decirle a un niño que ha fallecido su padre o madre y ayudarle a enfrentarse y superar una pérdida tan difícil.

Lo que los niños entienden de la muerte depende mucho de su edad, pero también de su forma de ser, (personalidad) y de sus vivencias previas. Las expresiones emocionales, la tristeza, y las actitudes de afrontamiento también varían con la edad. Explicar la muerte del padre o la madre a un niño, no es fácil, y cómo lo hagamos puede influir en cómo lo sobrelleve, en lo que se conoce como "duelo". 

Ayudar al niño a aceptar la muerte del padre o la madre

Ayudar al niño a acepar la muerte del padre o la madre

Podemos entender el duelo como un proceso adaptativo que se da tras la muerte de un ser querido. El duelo implica:

- Aceptar la realidad de la muerte: es decir, asumir que la persona fallecida no va a vivir más, que no la vamos a ver, que no va a volver.

- Trabajar las emociones asociadas a la pérdida.

- Aprender a vivir en un mundo en que la persona fallecida está ausente.

- Recolocar emocionalmente a la persona fallecida.

El duelo en los niños no es igual que en los adultos, por lo que responder a sus dudas y sus preguntas, permitirles expresarse emocionalmente, que mantengan sus rutinas, que tengan apoyo social y familiar que les guíe en el proceso y es ayude a gestionar el duelo es muy importante para los pequeños.

¿Cómo comunicar al niño que el padre o la madre ha fallecido? 

Los adultos tendemos a querer proteger a los niños de un suceso así, y en un intento de evitarles sufrimiento, podemos retrasar la noticia o darla de manera que los niños pueden no entender mucho qué ha ocurrido. 

Es importante que la noticia la de un ser querido, que sea lo antes posible, que respondamos a las preguntas de los niños, que asumamos que no tienen por qué manifestar el dolor como nosotros, los adultos, (puede que no lloren, pero no significa que no lo sientan), adaptarnos a la edad y a lo que ellos pueden entender, tratar de no exponerles a episodios o situaciones demasiado intensas.

¿Cómo pueden responder los niños ante la muerte del padre o la madre?

Los niños pueden responder a la pérdida de diversas maneras, incluyendo: la culpa, la ira, o la negación entre otras. Suele aparecer a partir de los 6 años, y es normal que niños y adolescentes, se nieguen a aceptar esta realidad. La negación es una manera de hacer frente a algo que no es comprendido ni aceptado. El niño puede fantasear acerca de la persona fallecida, hablar de él o ella en tiempo presente, o seguir esperando a la persona en cuestión a pesar de saber que él o ella no van a volver. Puede manifestar además conductas agresivas, o un humor desmesurado. Esto es un signo de que está sufriendo la pérdida profundamente y necesita expresar lo que siente.

Por lo tanto ante la muerte de uno de los progenitores, al duelo en el niño, se da una posible falta de comprensión del proceso de la muerte y una falta de recursos  para expresar lo que siente.

Algunos signos de alarma que podemos ver en los niños y que deberían ser atendidos por un profesional son:

- Somatizaciones.

- Problemas de ansiedad que alteran el sueño, la alimentación o nerviosismo en sus actividades cotidianas.

- Mal humor y agresividad constante, incluso agresiones a sus iguales.

- Síntomas depresivos que se mantienen más de lo esperable: problemas de sueño, regresión a etapas anteriores, apatía, pérdida de interés por las cosas que antes le interesaban, pérdida de interés social.

- Dificultades para reintegrarse al ámbito académico: negativa a ir al colegio o temor para afrontar el día a día en clase o a sus compañeros.

- Problemas de concentración que antes no tenía y que se prolongan, repercutiendo en sus actividades cotidianas.

- Bajada del rendimiento escolar o del interés por las actividades académicas,

- Miedos prolongados e impropios de su edad.

- Ansiedad por separación y temor a que las figuras de apego mueran también.

Ante cualquier cambio que se produzca es importante consultar con un profesional que nos oriente y asesore sobre cómo gestionar el proceso de duelo en el hogar, no sólo del niño, sino de los adultos de cara al niño.

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