Cómo canalizar la ira en los niños

Enseña a tus hijos a gestionar su enfado

Nuria G. Alonso de la Torre, Psicóloga infantojuvenil
En este artículo
  1. Enseñar a los niños a gestionar su enfado

Cada niño vive las emociones de forma diferente, aunque la ira suele ser una de las emociones más difíciles de controlar, sobre todo a partir de los 2 o 3 años. No obstante, ese período se puede alargar hasta la adolescencia si no les enseñas a gestionar su enfado de forma adecuada.

La ira no es una emoción ni positiva ni negativa, tiene la función de defendernos ante alguna injusticia. El problema no es la ira en sí sino las consecuencias que puede traer no gestionarla adecuadamente. Por eso, es importante que desde el principio, tengas en cuenta los consejos que te proponemos a continuación.

Enseñar a los niños a gestionar su enfado

Ira en niños y niñas

- Sé el modelo: Es lógico que en ocasiones, tú tengas un mal día y no tengas tanta paciencia pero si tu quieres que él canalice de forma adecuada la ira, tienes que empezar por ti. Además es importante que mantengas la calma porque las emociones se contagian y si a ti te ve alterado, seguramente el enfado de tu hijo aumentará en duración e intensidad.

- Reconocer y expresar emociones: En la mayoría de las ocasiones, hasta que no le ponemos nombre a lo que nos pasa, nos cuesta canalizarlo. Si tu hijo es pequeño, lo mejor es que tu identifiques la emoción y le preguntes qué le pasa para darle la oportunidad de contártelo. En otras ocasiones, es tal el grado de ira que no nos va a dejar ayudarle. Si a ti tampoco te gusta que te agobien cuando estás enfadado, permítele que él tenga un espacio. Eso no significa que no se vaya a hablar de ello. En esos casos, lo mejor es aprovechar algún otro momento tranquilo durante ese día para volver a charlar sobre lo ocurrido. De esa forma, se sentirá escuchado y juntos podréis  descubrir los motivos de su enfado y poder prevenirlo en la siguiente ocasión.

- Proporciónale herramientas para expresar su ira: Es importante preguntarte cómo consigues hacerlo tú para transmitírselo a él. El primer impulso cuando estamos enfadados es ser agresivo: pegar, gritar, golpear…  Por tanto, trata de lo canalice de una forma que no se haga daño él ni a los demás. Para ello, debe contrarrestarlo haciendo actividades incompatibles con estar enfadado, a ser posibles artísticas o manuales para conseguir no alimentar más la ira con sus pensamientos negativos como dibujar, escribir, hacer manualidades… Cada niño debe explorar cuál es la suya.

- Enséñale a quemar la energía extra que te suministra el enfado: Hay varias opciones, pero está demostrado que el deporte ayuda mucho a descargar tensiones y además permite que desconectes de ese momento tenso por el que está viviendo. Además, el mero de hecho de alejarse por un momento del enfado va a conseguir que reduzca mucho su intensidad y lo vean desde otro punto de vista. Conseguir ese tiempo extra para que se distancie es muy importante. Por ejemplo: salir a correr, ir en bici, hacer estiramientos… En otras ocasiones, el yoga y la relajación obtienen los mismos beneficios en esos momentos concretos ya que consiguen que aumenten su control sobre su cuerpo y lo gestionan de forma tranquila mediante la respiración. 

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