Descubre si sufres agotamiento psicológico desde que eres madre

Los síntomas que te dirán si padeces el Síndrome de la madre agotada

Patricia Fernández, Periodista
En este artículo
  1. Cómo saber si estás agotada psicológicamente

Muchas veces me planteo si realmente nos han engañado con la idea de que debemos ser iguales al hombre. Resulta que si la igualdad quiere decir que, además de trabajar fuera de casa, también debemos cumplir como amas de casa, madres perennes y comprensivas, de educadoras y profesoras para ayudar a hacer los deberes de nuestros hijos, de chofer de nuestros hijos en sus agendas sociales y actividades extraescolares, y hábiles cocineras que igual te hacen un menú saludable para celiacos que uno para una fiesta de cumpleaños infantil, entonces creo que los que deberían ser iguales a nosotras deberían ser ellos.

Es tan alto el porcentaje de madres superadas por sus agendas diarias que ya hay una enfermedad que se llama el Síndrome de la madre agotada.

Si te has convertido en una madre gritona con tus hijos, si lloras cada vez que ves las noticias, si ya no tienes fuerzas para ir al gimnasio, si te quedas dormidas todas las noches frente al televisor… quizás estés sufriendo agotamiento psicológico

Cómo saber si estás agotada psicológicamente

Descubre su sufres agotamiento psicológico desde que eres madre

Sales del trabajo, y estás deseando recoger a tus hijos del colegio y disfrutar de una maravillosa tarde con ellos, pero eso solo sucede en tu mente. En cuanto llegas al colegio, tus hijos te exigen la merienda, te sacan una pila de libros en los que les tienes que ayudar a hacer los deberes, y recuerdas que tienes que llevarles a futbol y baile antes de bañarles y hacer la cena para toda la familia. Hasta ahí ha llegado tu tarde de ensueño, y vuelves a la realidad con cara de perro, y suspirando por las esquinas.

Si este es tu caso puede que estés sufriendo el Síndrome de la madre agotada. Te describimos cuáles son los síntomas que pueden diagnosticar que estás fatigada mentalmente.

  1. Duermes menos
    Te despiertas muchas veces por la noche y te levantas muy temprano sin ninguna razón aparente. Apenas descansas 4 horas al día.
  2. Tienes hambre a todas horas
    La falta de sueño hace que se dispare una hormona llamada Grelina que produce hambre. Además, también tenemos hambre provocada por la ansiedad.
  3. No sabes dónde dejas las cosas
    No eres capaz de prestar atención a lo que haces, y actúas de manera automática. Te cuesta concentrarte y aprender cosas nuevas y aceptar cambios en tus rutinas.
  4. Eres más lenta en tus reacciones y menos precisa, sobre todo en el trabajo.
  5. Practicas menos sexo
    Disminuye tu deseo sexual debido al cansancio y porque tienes la cabeza repleta de tareas que hacer.
  6. Influye en tu paciencia con los demás
    Tienes peores contestaciones, enseguida te enfadas o te alteras, gritas, y a veces no eres capaz de razonar correctamente sino que buscas una vía de desfogarte inconscientemente.
  7. Tienes problemas con tu estómago, o dolores de cabeza habitualmente.

[Leer +: Carta para una madre agotada]

Las consecuencias, además de un malestar general, que repercutirá en el resto de tu familia, con menos dosis de paciencia con tus hijos, con tu jefe, con tu pareja, tendrás una mayor sensibilidad y menor tolerancia hacia el mundo, e incluso crisis de ansiedad, ataques de pánico y depresión.

¿Y cuál es la solución? Por mucho que cueste, debemos delegar tareas, no lo podemos llevar todo nosotras, así que confía en los demás, no pretendas ser una heroína y deja que te ayuden para que puedas disfrutar un poco de tranquilidad y de tu familia y amigos.

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