El dilema de la circuncisión infantil

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  1. Circuncisión infantil, una decisión difícil

La salud sexual es uno de esos temas que captan la atención de todo el mundo y a nadie deja indiferente. Y si además el asunto tiene connotaciones sociales, religiosas o económicas, la polémica está asegurada.

Esto es lo que está ocurriendo con el dilema de la circuncisión infantil, desde que la Sociedad Americana de Pediatría la recomendara a raíz de conocer que, mientras en los años 70 eran circuncidados el 75 por ciento de los niños, ahora sólo se circuncinda al 55 por ciento.

Circuncisión infantil, una decisión difícil

Circuncisión infantil

La polémica ha viajado a velocidad de vértigo por todo el mundo desde la publicación de un artículo en la revista Pediatrics, en el que la Sociedad Americana de Pediatría, afirma que los beneficios de la circuncisión superan a los riesgos, y aunque las ventajas no son suficientes para proponer la circuncisión general de todos los niños, sí la recomienda. Esta recomendación general es lo que ha levantado la voz de los más radicales del llamado movimiento "inactivista", que lleva años buscando la prohibición de la circuncisión infantil por considerarla una especie de mutilación. En Europa, está recomendación generalizada tampoco ha sido bien acogida porque el procedimiento solo está sujeto a indicaciones médicas estrictas.

Y es que la circuncisión es una operación que consiste en cortar el prepucio que protege el glande del pene y que impide que éste se asome en la punta. Todos los bebés del mundo nacen con fimosis. La piel que recubre el pene y protege el glande va desplegándose poco a poco con la edad hasta que a los tres o cinco años, el 90 por ciento de los niños descubre su glande por completo. A veces, los niños tienen que esperar hasta la adolescencia para ver una definitiva separación del pellejo, pero antes de llegar a la edad adulta sólo el 1 por ciento de los jóvenes tiene dificultades para conseguirlo.

Entonces, ¿por qué recomendarla? Diferentes estudios han mostrado que evita infecciones del tracto urinario y reduce la transmisión de ciertas enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el sida, algo que ha llevado a la organización ONU-Sida a recomendar la circuncisión de los niños en África como medida para frenar la expansión de la enfermedad.

En el otro lado de la balanza se encuentra el movimiento denominado inactivismo que, como el que promueve el boicot a las vacunas, ha ido ganando adeptos y amenaza una práctica muy arraigada en muchos lugares como en Estados Unidos donde el porcentaje de niños cincuncidados ha descendido un 20 por ciento desde los años 70. Los inactivistas sostienen que quitar la protección del prepucio deja al glande expuesto a los roces con la ropa interior, lo que disminuye con el tiempo la sensibilidad y, por tanto, el placer sexual. Por este motivo, entienden que los padres no deben decidir por sus hijos. 

Y además, por tradición, la circuncisión es una práctica milenaria que se realiza a los bebés de familias judías a los 8 días de nacer y que también es reomendadda por la religión musulmana. Como muchas otras reglas religiosas, la circuncisión se remonta a la antigüedad, y se basa en la recomendación que Dios le hizo a Abraham para que tuviera hijos e hiciera lo mismo con sus descendientes. 

De modo que, la circuncisión infantil está rodeada de cuestiones de salud, derechos individuales y connotaciones religiosas. Cada parte tiene sus razones y como siempre en este tipo de cuestiones, la polémica está servida y la elección es un dilema.

Marisol Nuevo. 

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