Por qué no ocultar la muerte de un ser querido a un niño

Hablar de la muerte y otros temas complicados con los niños

Raquel Oberlander, Periodista y publicitaria
En este artículo
  1. Explicar la muerte a los niños a través de los cuentos
  2. Ocultar la muerte de un ser querido a un niño es un error

La muerte es uno de los temas más difíciles para enfrentar, tanto para los adultos como para los niños. En realidad ellos son capaces de tomarlo con más naturalidad, pero son nuestros propios temores los que nos hacen dar vueltas al tema e incluso en ocasiones ocultar la muerte de un familiar. Sin embargo, ocultar la muerte de un ser querido a un niño, e incluso, la muerte en general, es un error.

Explicar la muerte a los niños a través de los cuentos

Por qué no debemos ocultar la muerte de un ser querido a los niños

Para hacernos el tema un poco más fácil, Wolf Erlbruch, escritor y dibujante alemán creó varios cuentos donde la muerte aparece de forma natural y por tal motivo recibió recientemente el premio ALMA, el premio de literatura infantil más importante del mundo. En uno de los cuentos, titulado “El pato y la muerte” el pato pregunta. ¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca? La muerte contesta: Me alegra que por fin me hayas visto. Soy la muerte.

El autor publicó otros títulos como La gran pregunta o El topo que quería saber quien se había hecho aquello en la cabeza enfrenta en sus cuentos todo tipo de preguntas filosóficas y existenciales y pone a disposición de todos los temas que pueden resultar complicados.

Es un maestro del arte de la ilustración y al mismo tiempo un gran humanista que se refiere a las relaciones humanas, las relaciones con el medio ambiente, los sentimientos y la responsabilidad sobre la propia vida. Erlbruch es un autor comprometido que toca temas difíciles demostrando que no hay edad para entender la vida.

Ocultar la muerte de un ser querido a un niño es un error

El psicoterapeura Irvin Yalom, explica que los niños pasan por diferentes etapas en cuanto a su relación con la muerte. En su libro, “Mirar al sol”, Yalom habla de las etapas de la vida donde esta tensión está más presente.  “Los niños pequeños no pueden dejar de notar los atisbos de mortalidad que los rodean: hojas, insectos y mascotas muertos, abuelos que desaparecen, padres de duelo, interminables superficies cubiertas de lápidas en los cementerios. Quizás los niños se limiten a observar, cavilar y siguiendo el ejemplo de sus padres, callar. Si expresan abiertamente su ansiedad, se hará patente la incomodidad de los padres, que por supuesto, se apresurarán a ofrecer consuelo. A veces, los adultos tratan de encontrar palabras tranquilizadoras, o de transferir todo el asunto a un futuro lejano, o de aplacar la ansiedad de los niños con historias que niegan la muerte al hablar de resurrección, vida eterna, cielo y reunión.

Lo habitual es que el temor a la muerte quede oculto entre los seis años aproximadamente y la pubertad. Luego, durante la adolescencia, la ansiedad ante la muerte estalla con toda su fuerza. Con frecuencia, los adolescentes se preocupan por la muerte; unos pocos piensan en suicidarse. En la actualidad muchos adolescentes responden a esa ansiedad convirtiéndose en amos y dispensadores de la muerte en la vida paralela de juegos de computadora violentos. Otros desafían con humor negro y canciones que toman a la ligera, o mirando películas de terror con sus amigos”.

En otro pasaje de su libro sostiene que “No es fácil vivir cada momento con total conciencia de que moriremos. Es como tratar de mirar al sol de frente: solo se puede soportar por un rato. Como no podemos vivir paralizados por el miedo, generamos métodos para suavizar el terror que nos produce la muerte. Nos proyectamos al futuro a través de nuestros hijos, nos volvemos ricos, famosos, crecemos cada vez más, … otros buscan trascender la dolorosa separación que es la muerte fundiéndose con algo: un ser querido, una causa, una comunidad, un Ser Supremo”.

Frente a ocultar la muerte de un ser querido a un niño, lo que debemos hacer según Yalom es:

- Hablar de la muerte directamente y realistamente.

- Nunca ocultar a los niños lo que sucede.

- Acompañarlos a procesar las diferentes etapas de las cuales la muerte es una de ellas.

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