Por qué deberíamos criar a niños más molestos

Los niños desobedientes serán personas más libres en el futuro

Patricia Fernández, Periodista
En este artículo
  1. ¿Deberíamos criar a niños más molestos?

Los padres queremos que nuestros hijos sean obedientes y buenos y que nos hagan caso a la primera sin preguntar; pero, al mismo tiempo, buscamos niños que sean independientes, creativos y libres, algo que parece un contrasentido.

Quizás tendríamos que hacer una reflexión: ¿Realmente queremos que nuestros hijos obedezcan toda su vida o deberíamos criar a niños más molestos?

¿Deberíamos criar a niños más molestos?

¿deberíamos criar a niños más molestos?

“Niño deja de molestar con la pelota, niño que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca” Así comienza una antigua canción de Joan Manuel Serrat, para describir cómo queremos modelar a nuestros hijos para sumergirlos en nuestra sociedad. Una sociedad que no quiere individuos molestos, que se salgan de las normas, ni se cuestionen los sistemas preestablecidos.

Los padres nos tiramos de los pelos cada vez que el niño no recoge su habitación después de pedírselo diez veces, no viene a cenar porque se queda jugando en la habitación, o hace oídos sordos cada vez que le llamamos para hacer los deberes; en definitiva, no queremos niños molestos. Queremos que respondan cada vez que les llamamos sin cuestionar ninguna de nuestras decisiones o mandatos, que tengan obediencia ciega y que respeten a la autoridad, es decir: a nosotros, sus padres, porque creemos que estamos en posesión de la verdad siempre y que sabemos lo que hacemos, algo que también habría que plantearse (quizás en otro artículo).

Sin embargo, equivocamos el mensaje que estamos dando al niño en el momento que luchamos porque sea independiente, que piense por sí mismo, le pedimos que sea responsable y que no dependa tanto de nosotros; pero entonces ¿qué es realmente lo que queremos de él? ¿cuándo debe ser obediente y cuándo independiente?

Ante esta perspectiva es normal que los niños desatiendan nuestros consejos, ya que constantemente les estamos mandando mensajes contrarios.

Pero ¿realmente deseamos que nuestros hijos crezcan como personas sumisas que no se cuestionan nada en la vida, o deberíamos criar a niños más molestos? Yo, por mi parte estoy completamente en contra de criar a mis hijas para que se dejen llevar por la sociedad, por la mayoría o por lo que “es correcto hacer”.

Quiero que se planteen los sistemas establecidos, la autoridad y se planteen las razones de cómo funciona el mundo y porqué. No quiero niñas antisistema, pero sí niñas críticas con decisiones propias y con personalidad definida, y si eso significa que mis hijas sean más “molestas” para mi en esta etapa infantil, es algo que tendré que asumir.

Eso no significa que les deje hacer lo que les dé la gana, y desatender su educación, si no todo lo contrario. Criar a niños que sean capaces de razonar y preguntarse los porqués de las cosas es más complicado que criar a niños sumisos y complacientes.

Este tipo de educación debe estar basada en la confianza mutua, en el diálogo, en las explicaciones y en el amor. Es mucho más complicado dar razones para corregir una actitud incorrecta que castigar por ello y, sobre todo, mucho más cansado. Y, puede que, como madre humana que soy, haya días en las que olvide todas mis buenas intenciones como educadora y salga la madre dictadora que todos llevamos dentro, pero haré todo lo posible por que mi lado Mr. Hyde salga a la luz lo menos posible.

La falta de tiempo hace que muchas veces no dediquemos toda la paciencia y esfuerzo necesaria a que nuestros hijos aprendan de la manera correcta, sino que queremos correctivos rápidos, aunque sean menos eficaces a largo plazo, como son los castigos.

Además, está comprobado que los niños obedientes son menos felices que los desobedientes, menos creativos y más introvertidos. Los niños desobedientes son más libres, aunque tengan que acarrear con las consecuencias de su forma de ser el resto de sus vidas, pero también vivirán con más intensidad y se convertirán en personas más seguras.

 Así que, quiero animar a las madres desesperadas como yo, cuyos hijos no son todo lo obedientes que deberían, a que no se desesperen, ya que seguramente tendrán hijos con más sentido crítico que el resto.

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