Congela un recuerdo de tu hijo

Qué momento de la infancia de tus hijos te gustaría conservarlo para siempre

Marisol Nuevo, Periodista
En este artículo
  1. ¿Qué momento congelarías con tu hijo?

El reencuentro al salir del colegio, los abrazos y los besos a media tarde, el momento del cuento por la noche, las ingeniosas frases que te dice mientras está jugando... Si pudieras congelar un momento del día con tu hijo, ¿cuál sería? Después de reflexionar sobre la respuesta a esta pregunta, sólo puedo decir que es difícil porque me quedaría con muchos, muchísimos, diría yo.

¿Qué momento congelarías con tu hijo?

momentos inolvidables entre padres e hijos

Me encanta ver que mi bebé me echa los brazos, que se abraza a mi pierna cuando viene gateando, que se acurruca entre mis brazos, que me lanza una sonrisa cuando le cambio el pañal, que se pone contento cuando oigo que se despierta y voy a verle a su cuna... Me encanta oirle decir sus primeras palabras, esforzarse por dar sus primeros pasos, por leer su primera línea y hacer su primer dibujo.

Pero también hay momentos que congelaría por singulares y especiales. Como por ejemplo, cuando le dije a mi hijo que a partir de ahora el chupete era ya sólo para dormir. Entonces cuando se despertaba, se ponía de pie sujeto a la barra de la cuna y cuando iba a buscarle, ¡plaff!, tiraba el chupete con fuerza y empezaba a bailar sobre el colchón para decirme que ya estaba despierto y listo para empezar un nuevo día.

Congela un recuerdo de tu hijo

Otro momento que he congelado en mis recuerdos es cuando íbamos a la playa, cargados con más trastos de los que puedes imaginar. Cuando terminábamos de caminar por la pasarela, se sentaba en la arena y hacía mariposas en la arena con los brazos, como diciendo que de allí no se movía. Por más que le llamaba para que continuase caminando hacia mi, no había manera. De modo que me tocaba soltar todos los trastos a la mitad del recorrido para volver sobre mis pasos y recoger a mi hijo. Cuando llegaba a recogerle, me ponía su cara de pirata para que me derritiera como la mantequilla... mientras le decía lo listo que era... ¡claro si mamá podía llevar los trastos por qué no podía llevarle a él!

Pero si hay algo que congelaría para el resto de la eternidad es la relación que tenemos y lo mucho que me entrega cuando siento que yo soy lo más grande para él. Siempre ha tenido elogios y palabras bonitas, cariñosas y encantadoras para su mamá, palabras que se han transformado en demostraciones de amor, en regalos de amor y cariño para ver la felicidad en mi rostro.

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