Los desprecios de nuestro bebé

Cuando el bebé nos rechaza

Patro Gabaldón, Periodista
En este artículo
  1. El bebé no siente desprecio, sino miedo al abandono

Popularmente cuando un hijo tiene un mal comportamiento para con sus padres, se les suele aplicar la horrible sentencia: 'cría cuervos y te sacarán los ojos'. Las desavenencias entre padres e hijos, por desgracia, existen, pero nos resulta muy desconcertante cuando en alguna ocasión, tu pequeño bebé que tanto necesita de ti y por el que tú mueres, te desprecia temporalmente como venganza por haberle dejado al cuidado de terceras personas.

Es bastante habitual en muchos bebés que 'tomen represalias' o desprecien temporalmente tu cariño. A mí me ha pasado que mi pequeño, especialmente durante los primeros días de dejarle en la guardería, en lugar de alegrarse por verme, ni siquiera acudía a mis brazos abiertos para abrazarle. Se negaba a estar conmigo o se comportaba mal con el propósito de enfadarme. Este fue el inicio de sus rabietas, una mala conducta para llamar mi atención y protestar ante mi ausencia.

El bebé no siente desprecio, sino miedo al abandono

Bebé enfadado

Es doloroso sentir estos arrebatos de mal humor hacia ti cuando quizás se muestra obediente y amoroso con otras personas. ¡Son muy astutos, nos dan donde más nos duele!

El bebé, aunque parece querer desproveernos de nuestro carnet de madre, nos sigue queriendo muchísimo. En lugar de llorar como un bebé pequeño, esta vez, nos castiga por no habernos ocupado de él cuando ese era su deseo, nuestros pequeños saben muy bien que es una buena manera de llamar nuestra atención. Su comportamiento nos preocupa y nos disgusta y así él se asegura que con este soborno emocional logrará su fruto: obtener la atención que nos demanda. Desde luego, no hay que tenérselo en cuenta, es una respuesta normal al 'abandono' de su mamá a la que tanto quiere.

Si el bebé nos rechaza es porque realmente está muy seguro de nuestro amor incondicional hacia él. La víctima habitual de estos arrebatos de desprecio solemos ser precisamente las madres, que normalmente somos las que más tiempo pasamos con ellos, y las que con más frecuencia nos ocupamos de su cuidado. Curiosamente, cuando dejo, por obligación o compromisos, a mis hijos al cuidado de papá o de otras personas, cuando vuelvo, los mayores me comen a besos, pero el pequeño me mira algo enojado, aunque al poco se le pasa. Según nuestros bebés vayan madurando y entendiendo el porqué de nuestra desatención temporal, volverán a devolvernos los besos y los cariños que nos dan la vida entera.

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