¡Mi hijo no tiene miedo a nada!

¡Mi hijo no tiene miedo a nada!

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  1. Niños sin miedo

Hay momentos en la vida de nuestros pequeños, en que parecen no temer a nada. Cualquier despiste por nuestra parte, puede suponerles sufrir un accidente, su temeridad nos tiene con el corazón en un puño y cien ojos son insuficientes para sus constantes imprudencias. En casa suele ser más fácil tomar precauciones, pero en la calle, los peligros son múltiples.

Los niños menores de tres o cuatro años muestran una insensatez generalizada fuera de lo común.

Niños sin miedo

niños sin miedo a nada.

Cuando nuestro pequeño empieza a andar y a tener libertad de movimientos, no duda ni un momento en ejercerla, así los bebés se bajan del carrito de paseo en plena marcha, se arrojan por la borda ante una breve parada, se niegan a dar la mano a mamá, escapan de nuestros brazos, se tiran sin pensar de la cama ante la llegada de papá, se alejan varios metros de nuestra mirada al menor despiste... ¡qué tensión!

Es raro no ver un pequeño de un año o dos con algún chichón en su frente, incluso un chichón encima de otro chichón. Durante meses este será nuestro nuevo calvario: evitar que nuestro hijo se accidente por sus impulsos exploradores. En la calle, especialmente debemos andar alertas al tráfico, grite o llore tienen que entender que deben darnos la mano para cruzar la calle, empezar a enseñarles a diferenciar los semáforos en rojo y los pasos de cebra.

Los accidentes con resultado de muerte más frecuente entre los niños son los de tráfico, ya sea por atropellos, por falta de medidas adecuadas de retención en el vehículo o por colisión, además son la causa más habitual de lesiones en los niños: traumatismos, lesiones viscerales, fracturas, etc., así que no dejemos de amarrarles con firmeza ante circunstancias que puedan suponer un peligro para ellos: carreteras, puertas, sitios con mucha gente, trasporte, parques y zonas de juego, zonas de compras. A veces se complica la tarea cuando tenemos varios niños a nuestro cargo, el hermano mayor debe ser responsable, para que no nos lleve a algún descuido con el más pequeño, que precisa sin remedio de nuestra atención, especialmente en la calle.

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