10 falsos mitos sobre las infecciones respiratorias en niños

Errores de padres ante un catarro infantil

En este artículo
  1. Diez creencias erróneas sobre las infecciones respiratorias en niños

A lo largo de los meses de otoño e invierno, las infecciones respiratorias en niños aumentan su incidencia. A pesar de su alta frecuencia en niños, es habitual que nos encontremos con falsos mitos para abordar su manejo. A continuación comentamos algunos de los errores y falsas creencias más frecuentes.

Diez creencias erróneas sobre las infecciones respiratorias en niños

mitos sobre las infecciones respiratorias de los niños

-La tos hay que cortarla siempre. Falso. La tos es un mecanismo de defensa que favorece la movilización de secreciones. En caso de no producirse esta movilización, el moco estancado puede sobreinfectarse secundariamente por bacterias, con lo cual el proceso puede empeorar. Únicamente hay que plantearse el hecho de atenuar la tos en pacientes postoperados, o en caso de impedir completamente el reposo nocturno. Recordemos, no obstante, que cuando los niños están acatarrados duermen mal por un cúmulo de circunstancias, y no solo por la tos: les molesta la garganta y las articulaciones, con la fiebre puede distorsionarse el patrón normal del sueño, etc.

- El niño tiene moco verde y espeso, porque su catarro se ha complicado. Falso. Con el paso de los días, la mucosidad se vuelve más y más espesa. Es la evolución normal de cualquier catarro.

- La mejor medida contra los mocos es un buen jarabe. Falso. La mejor medida contra los mocos es una buena hidratación del menor, y despejar sus fosas nasales con una buena embolada de suero. Por cierto, los lavados nasales no se han de hacer preventivamente; se han de hacer sólo cuando el niño vaya a comer y tenga su nariz ocupada, o cuando esté muy molesto por la obstrucción nasal. 

- El niño tiene fiebre, y hay que arroparlo mucho, porque los catarros se han de sudar. Esto es falso. Con la fiebre se tiende a perder líquidos, y el hecho de pasarnos colocando al niño debajo de una gran capa de jerseys/mantas/abrigos puede provocar malestar en el menor y riesgo de que se deshidrate.

- El niño tiene fiebre, y por tal motivo no hay que bañarle. Esto no es cierto. Un niño con fiebre puede ser bañado sin problemas, a ser posible con agua tibia. Tenga en cuenta que, cuando se tiene fiebre, se suda más que cuando no se tiene fiebre. 

- Los catarros “fuertes” se han de tratar con antibióticos. Falso. Los catarros son secundarios a infecciones víricas, y los virus no mueren con los antibióticos. Eso sí: hay ciertas complicaciones que en ocasiones aparecen secundariamente a un catarro (otitis supuradas en niños pequeños, sinusitis, neumonía) sí que se han de manejar con estos fármacos, pues son el fruto de una sobreinfección bacteriana. Las bacterias sí que mueren con los antibióticos.  

- Mi médico se ha confundido: le ha diagnosticado una sinusitis a mi hijo sin hacerle una prueba radiológica. La realización de una radiografía de senos paranasales no es necesaria para diagnosticar una sinusitis aguda. La sinusitis se diagnostica por la clínica: presencia conjunta de fiebre y síntomas respiratorios, con moco persistente en la parte posterior de la faringe, durante más de diez días.

- Cuando al niño le duele la garganta o está afónico, hay que ponerle en el cuello un pañuelo impregnado de alcohol. Esta medida no solo no beneficia en absoluto al menor, sino que puede derivar en irritación local de la piel. Además, dado que la permeabilidad de la piel en niños pequeños es más alta que en adultos, dicho alcohol puede absorberse y pasar a la sangre. 

- A un niño con bronquitis, el humidificador le viene bien. Esto no es correcto. Es más, hasta a un 50% de los niños con afectación bronquial, la humedad ambiental les perjudica.

- La bronquiolitis en un lactante menor de tres meses se ha de tratar con broncodilatadores. Esto no es correcto. La bronquiolitis, técnicamente hablando, es el primer episodio de dificultad respiratoria con sibilancias (comúnmente conocidas como “pitos”) y de causa infecciosa en un niño de menos de dos años. Se debe a edema en la pared de los bronquios de pequeño tamaño, y dicho edema aparece a raíz de una infección vírica. Hay que hacer notar que los broncodilatadores no se han mostrado eficaces en los lactantes más pequeños. Por lo tanto, su uso de rutina no está indicado.

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