Qué aprenden los niños de la frustración

Aprendizaje para los niños cuando se frustran

Sofía Gil Guerrero, Psicóloga General Sanitaria
En este artículo
  1. La frustración en la infancia 
  2. Qué es la baja tolerancia a la frustración
  3. Qué pueden aprender los niños de la frustración

La frustración es el sentimiento que experimentamos cuando no podemos satisfacer una necesidad o deseo que tenemos. Es un sentimiento frecuente, todos nos hemos sentidos frustrados en algún momento de nuestra vida ya que resulta imposible lograr todo aquello que deseamos o necesitamos. Es un sentimiento muy común en la infancia pero, ¿qué pueden aprender los niños de la frustración?

La frustración en la infancia 

Qué aprenden los niños cuando se frustran

Nuestras necesidades, inquietudes o deseos no siempre se satisfacen y debemos aprender a manejar eficazmente dicha frustración para que no nos paralice y nos haga perder el norte. Es cierto que normalmente disponemos de las herramientas necesarias para gestionar la frustración y hacerla pronto desaparecer para poder continuar con nuestra tarea. 

Pero, sin duda, es más común durante la infancia. Principalmente porque los niños se rigen por la inmediatez y les resulta difícil entender que no todo se puede conseguir por el simple hecho de desearlo. 

Si observamos que un niño tiene una rabieta, insulta, grita o se comporta de manera inadecuada, debemos pensar que con mucha probabilidad tenga un sentimiento de frustración. Normalmente, una conducta agresiva suele esconder detrás un sentimiento de frustración. Demostrar ira o agresividad es la forma que tienen muchos niños de mostrar su malestar ocasionado por el sentimiento de frustración.

Qué es la baja tolerancia a la frustración

Seguidamente, explicamos las características más sobresalientes que se pueden observar en los niños que tiene baja tolerancia a la frustración:

- Buscan satisfacer sus necesidades de manera inmediata.

- Se enfadan con gran intensidad cuando no consiguen lo que quieren.

- Se encolerizan cuando las cosas no les salen bien.

- Manifiestan conductas agresivas cuando pierden en los juegos en los que participan.

- No aceptan un NO por respuesta.

- Son impacientes e impulsivos.

- Exigen a sus padres que les compren o hagan aquello que quieren.

- Tienen una manera de interpretar las situaciones de manera rígida e inflexible, no se adaptan con facilidad a los cambios. 

Qué pueden aprender los niños de la frustración

- Los niños aprenden que los deseos o necesidades no siempre pueden satisfacerse de manera inmediata. Y, esto hace que sean menos exigentes con las personas de su entorno.

- Por otro lado, experimentar frustración les obliga a tener que manejar emociones negativas. Esto es muy positivo, no debemos evitar que el niño se frustre. Si lo sobreprotegemos durante la infancia, cuando sea adulto ante cualquier frustración se verá sobrepasado.

- Haber experimentado frustraciones en la infancia ayuda a los pequeños a enfrentarse de manera positiva, autónoma y satisfactoria a las situaciones difíciles de la vida.

- A su vez, aprenden a que no siempre se puede ganar, ser el mejor u obtener éxito en todo lo que se hace. Y, además aprenden que eso es absolutamente normal, que es algo que nos pasa a todos. Por lo que ante un fracaso o tropiezo su autoestima no se verá afectada.

- Los niños ante la frustración mejoran su fortaleza psicológica, aprenden a solucionar problemas y, sin duda, se vuelven más resilientes.

- La frustración ayuda a los niños a alcanzar la mejor versión de sí mismos y a no tirar la toalla a la primera de cambio, a intentar las cosas una y otra vez, a esforzarse para obtener el resultado deseado, etc.  

Las emociones son peligrosamente contagiosas. Es común que al observar que el niño se está comporta de manera agresiva los padres se contagien de dichas emociones negativas y se comporten también de manera inadecuada. 

Por ello, es importante no perder el control y, por supuesto, no olvidar que ellos son niños y nosotros adultos por lo que debemos actuar como modelos y no dejarnos atrapar por su malestar fruto del sentimiento de frustración que están experimentando. 

Lo mejor es que ante sus conductas agresivas actuemos con firmeza pero con templanza. Si nosotros también nos ponemos a gritar o comportarnos de manera agresiva solo vamos a prolongar en el tiempo la situación de tensión y entraremos en una espiral que no lleva a ninguna parte. 

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