Hiperactivo sí, desastre no

La hiperactividad se caracteriza por la falta de atención y concentración, impulsividad y exceso de movimientos

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En este artículo
  1. Detección en el colegio
  2. Problemas de aprendizaje
  3. Tratamientos personalizados
"Este niño no para quieto", "no piensa lo que hace", "no hay manera de que estudie". Todas estas expresiones pueden ser mucho más que descripciones de las actitudes de un niño, un adolescente, o incluso, un adulto hiperactivo. Pueden ser síntomas de un trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. Un síndrome que muchas veces pasa desapercibido para los padres, pero que si se trata a tiempo, puede evitar el fracaso escolar o al menos mejorar el rendimiento en clase, así como mejorar otros aspectos de la vida de la persona. En ocasiones, resulta que no es que los niños no quieran estudiar, es que no pueden, porque no consiguen concentrarse. Está comprobado que la hiperactividad es un trastorno y que su presencia está relacionada con otras variables como con un déficit sutil, pero suficiente en el funcionamiento del lóbulo frontal del cerebro, el que regula la conducta, entre otras funciones.

Detección en el colegio

Aunque cada vez existe una mayor concienciación sobre este problema y se detecta en mayor medida por parte de los colegios y profesores, aún queda mucho por hacer. Como explica Gabriel González de la Torre, neuropsicólogo especialista en daño cerebral y Neuropsicología de la Atención y coordinador del grupo de Neuropsicología del Colegio Oficial de Psicología de Cádiz, es importante empezar a trabajar con el niño cuanto antes. Aunque afirma que nunca es tarde, explica que cuando pasa un tiempo, normalmente, surgen complicaciones que van desde los problemas en el colegio a la conducta delictiva; "puede tener consecuencias muy negativas, sobre todo a largo plazo, pues a medida que sobrevienen los fracasos el niño o joven empieza a creer que no es capaz de hacer las cosas de otra forma y se va reforzando su conducta negativa". Por eso, insta a prestar mucha atención a estas cuestiones y a buscar asesoramiento cuanto antes. Añade que "a partir de los cuatro años empieza a detectarse la hiperactividad y que los seis suele ser una edad crítica".

Problemas de aprendizaje

La señal que más claramente suele hacer saltar la alarma son los problemas en la escuela y las dificultades de aprendizaje, tanto por el bajo rendimiento como por la actitud. Pero para diagnosticar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, como explica González de la Torre, las actitudes deben darse en todos los ámbitos, también en la calle y en el hogar. Pero hay otras cuestiones, la hiperactividad se caracteriza por la presencia de escasa atención, baja capacidad de concentración, impulsividad e hiperquinesia, es decir, exceso de movimientos. Suelen ser niños que no pueden esperar, que lo tocan todo, que sufren pequeños accidentes al precipitarse en sus acciones. Hay tres tipos diferenciados: el predominantemente inatentivo, el predominantemente hiperquinético y el que combina ambas conductas, que es el más común.

Tratamientos personalizados

El tratamiento consiste en psicoterapia y tratamiento farmacológico añadido cuando es necesario. Lo que se busca en la terapia es dar al niño herramientas para saber autocontrolar su conducta y, a los padres, pautas para ayudarle y saber abordar la situación. Así, por ejempl,o se utilizan técnicas de relajación y control de la respiración e incluso programas informáticos para el entrenamiento cognitivo, sobre todo, para fomentar el desarrollo de la concentración. También se trabaja el desarrollo de habilidades sociales y, en cuestiones como puede ser respetar el turno para hablar. Los padres deben aprender entre otras cosas cómo comunicarse con su hijo. Por ejemplo, debe hablarle mirándole a los ojos o aplicar el llamado "tiempo fuera", es decir, evitar reñir al niño en el momento que se presenta el problema y esperar a estar ambos más tranquilos y retirarle, en ese momento a otro sitio distinto, al que han ocurrido los acontecimientos. Antes se pensaba que con la edad adulta, la hiperactividad desaparecía, pero ahora los profesionales apuntan que entre el 30 y el 60 por ciento de los niños que fueron hiperactivos, lo siguen siendo en su edad adulta. Es más, se calcula que el cuatro por ciento de la población adulta presenta alguna sintomatología de este tipo. Es algo asimilado en Estados Unidos y Europa, pero que empieza a prestársele ahora atención en España, como reseña Gabriel González de la Torre. Este explica que la hiperquinesia suele desaparecer pero que estas personas tienen problemas para centrarse en el trabajo, necesitan cambiar frecuentemente de actividad e incluso pueden presentar ansiedad o problemas en el estado de ánimo; "no es difícil encontrarles entre los buscadores de sensaciones y los aficionados a deportes de riesgo". 20/08/2007 02:50 Noelia Hidalgo. Diario de Cádiz.

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